46 años después que don Leonardo Nieto fundara su Casa Gardeliana en las faldas del arrabalero barrio Manrique de la época, esta no solamente sobrevive, sino que conserva ese aire nostálgico del tango.
En la casa se respira aire
gardeliano por todos lados
Crónicas del Camino por:
Wilmar Jaramillo Velàsquez-de
EL PREGONERO DEL DARIÈN
Si bien la ola violenta desatada en su momento por el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria y sus combos de muerte, menguaron la vida nocturna, no solamente de Manrique sino de todo Medellín, y la gente se fue a dormir temprano, tal vez a ver las masacres y las terroríficas historias por la televisión sin menos riesgo; también es cierto que no lograron matar la leyenda del tango que florecía en la capital antioqueña, teniendo como referente al emblemático barrio Manrique.
Don Leonardo Nieto, un roble que hoy tiene 94 años y quien vive en plena lucidez y la paz de la experiencia que dan los años; apasionado del tango y admirador furibundo de Carlos Gardel, fundó en su nombre la Casa Gardeliana un 14 de febrero de 1972 y desde ese día se convirtió en un ícono, un referente del tango, con una historia que crece al lado de la leyenda y el mito que rodea al “Zorzal Criollo”
El baile de tango se conserva intacto allí
Es una casa misteriosa, con aire de tango, con rezongos de bandoneón, con pasos milongueros y tufillos de arrabal, donde se construye la historia sin afanes, donde el paso caprichoso del tiempo va marcando los derroteros del día día.
La entrada es un santuario bien cuidado, con bellos jardines que despertarían la inspiración del mismo “Morocho del Abastos” o de su compositor de cabecera, Alfredo Lepera, la entrada la vigila una imagen del mismísimo Carlos Gardel.
Afuera, a unos pasos de la casa, sobre la histórica carrera 45 o “Avenida Gardel” como la conocen otros, está el monumento del màs grande cantor de tangos de todos los tiempos: “El “Rey del Tango”, adornada de placas y mensajes conmemorativas y un entorno que enmarca lo que ha significado Gardel para la vecindad, las escalinatas al lado del monumento, tienen escrita en cada paso la canción “Caminito”, la tienda fotográfica, la panadería, la compraventa y otra suerte de negocios llevan el nombre de Gardel, porque la leyenda y el mito no mueren, crecen y se esparcen generación tras generación y eso es lo que es Carlos Gardel en el mundo. Un mito.
Mario Patiño Henao- coordinador
de la Casa Gardeliana
Sin embargo si hay un vacío, màs bien una trasformación sobre todo en la carrera 45, la del tango, la de Gardel y el lunfardo, el arrabal. De los viejos bares donde varias generaciones crecieron arrulladas por el bandoneón, solamente sobrevive el “El Café Alaska”, con un peso en la historia y en su economía que ya que no puede con él.
Pero algo curioso está ocurriendo, a cambio de los viejos bares, están surgiendo grandes y reputadas academias de baile, como “El Balcón de los Artistas” “Unión Latina” “Semillas y Vientos de Tango, estos últimos campeones actuales del màs reciente Festival Internacional del Tango.
Monumento a Carlos Gardel en la
emblemática carrera 45 de Manrique
La Casa Gardeliana guarda una inmensa historia, un puñado de anécdotas contadas y vueltas contar, pero que cada que se recrean de nuevo, son como si acabasen de ocurrir, como que allí vivieron los artistas argentinos, Roberto Lamas y Jorge Guillermo (Colella, Guillermo José) un hombre que lleva 35 años imparables cantando tangos de gran calado social por el mundo y eternamente enamorado de Colombia. En La Casa Gardeliana nació uno de los hijos de Roberto Lamas.
Roberto Lamas prácticamente se hizo en Colombia, aquí murió el pasado 14 de abril, Mario Patiño Henao coordinador de la Casa Gardeliana desde hace cinco años, recuerda su menuda figura y su voz de trueno, aún le parece verlo recorrer a pasos lentos y seguros los salones de la casa, donde siempre fue bien recibido y muy apreciado.
Son muchos los artistas argentinos que hoy quieren venir a cantar a la Casa Gardeliana, incluso sin cobrar un solo peso, reconocen allí un escenario por donde han pasado las grandes glorias del tango y sus clásicas orquestas y donde en 1978, se sentó muy ceremonial el gran escritor Jorge Luis Borges a escuchar una presentación de tango, hubo una época en que artista que se respetaba en el mundo del tango, tenía que pasar por la Casa Gardeliana. El sello de esta casa es grande, no existe la menor duda.
Gardel vigilante a la entrada de
la casa que lleva su nombre
Mario Patiño se ve impresionado por el fervor con que los argentinos visitan el lugar, el respeto y la pasión por el tango “Llegan y besan el piso, dicen que este es un pedazo de Argentina y su mejor embajada”, cuenta el joven que creció en este Manrique del alma y quien siempre creyó que Gardel había vivido en la casa que hoy administra, para él era algo misterioso pasaba por el lugar pero no podía entrar y todo lo que adentro ocurría era un secreto. Hoy incluso ya baila tango y se ha metido lentamente por este extraordinario mundo.
La casa luego de un receso por problemas financieros y ante la imposibilidad de su fundador de sostenerla, fue comprada por la alcaldía de Medellín en 2011 para su preservación y tras una restauración, fue abierta nuevamente al público en el 2012 con exposiciones temporales, visitas guiadas, clases de tango y milonga, hay otra propuesta denominada “espacios compartidos”, donde le prestan la casa a la comunidad para actividades sociales y comunitarias, el último viernes hay un programa llamado La Milonga, baile espontáneo de tango, sepan o no bailar allí llegan, así sea para aprender.
La entrada a la Casa gardeliana es un jardín inspirador
Pero uno de los hechos que màs le llaman la atención al coordinador de la Casa, es la llegada de jóvenes y adolescentes a las clases de tango, incluso tienen semilleros de tango, les proporcionan uniformes y maestros a los muchachos que se inician en el mundo del tango. “Ese sentimiento triste que se baila”
También cada año en el marco del aniversario del fallecimiento de Gardel, Medellín realiza el Festival Internacional del Tango, el 24 de junio de cada año en la Casa Gardeliana se da apertura de una la exposición con temas alusivo al “Zorzal”
Mario Patiño, guarda varias anécdotas en su paso por esta institución, la ocasión cuando dos damas de avanzada edad llegaron al lugar y ocuparon una mesa: “Se acomodaron comenzaron a llorar, una de ellas se sintió mal, le ofrecí agua, luego me dijeron que eran argentinas, una de ella nacida en enero de 1935.
Clases de baile de tango, para
mantener vivo este género musical
Pero tal vez la que màs lo ha marcado es el día en que llegó una señora llamada Irene Gardés, quien dijo ser sobrina nieta, nada màs ni nada menos que de Carlos Gardel, una escritora argentina quien llegó a un encuentro de autores latinoamericanos, ya en Medellín no desaprovechó el momento para visitar la casa de su pariente lejano. Ella murió este año víctima de un cáncer.
La señora Irene Gardès con Mario Patiño Henao
Entonces así, por los siglos de los siglos, no solamente Medellín sino su histórico barrio Manrique, seguirán siendo el referente del tango, al lado de ese Buenos Aires Querido, con esa Esquina de Homero Manzi, ese San Telmo del arrabal, ese barrio colorido de la Boca o con ese viejo Chantecler, aún fresco en la memoria porteña.
Don Leonardo Nieto-fundador de la Casa Gardeliana
En la Casa Gardeliana, siempre ronda el tango