sábado, 10 de junio de 2017

El arte me devolvió la libertad: Roberto Martínez

Alza vuelo  de  nuevo el pintor, ahora  con las alas de  la libertad y la esperanza. Un nuevo renacer  se abre a sus pasos y el pasado fortuito va  quedando atrás.

Roberto Martínez Hernández-Pintor de San Juan de Urabá

“Desde muy niño me interesé por la pintura; cuando empecé a estudiar me di cuenta que los trazos me salían, en el colegio con los compañeros me tocaba a veces hacerles los dibujos que nos colocaban y ahí me fui metiendo en el cuento hasta que posteriormente después de concluir mis estudios, terminé siendo docente y allí me fui perfeccionando en el tema del arte. Hice algunos cursos, no soy pintor profesional, soy casi empírico, pero fui reforzando el conocimiento a través de mucha capacitación en esa época; luego trabajé en el colegio de San Juan de Urabá durante quince años como docente, siempre con el tema artístico, enseñaba pintura; de eso hay alumnos que les desperté la vocación y hoy en día son pintores profesionales que han estudiado en Bellas Artes y en otras academias”

Este es y así se define, al artista de San Juan de Urabá, Roberto Martínez Hernández.

El artista vivió en carne propia la amarga experiencia de haber sido privado de la libertad y en vez de sentarse a llorar sobre la leche derramada y a lamentar su situación, esta debilidad la convirtió en la fortaleza más grande de su vida.
Su obra registra amplia influencia del maestro Omar Rayo

El penal en el corregimiento El Reposo en el municipio de Apartadó, se convirtió en su taller de pintura, en un laboratorio para la enseñanza y trasmitir sus conocimientos a varios internos, quienes a la vez obtenían ingresos para sus familias con la venta de sus cuadros, artesanías y bisutería.

En el penal los materiales a los que tenían acceso eran la madera, triplex, acrílico y marcadores, pero hoy en libertad, ya tiene el lienzo a la mano, para seguir perfeccionando otras técnicas.

Martínez Hernández, es ferviente admirador del maestro de la casa, como le dice a su copartidario, el maestro, Julio Carlos Ángulo y quienes observan su obra advierten gran influencia en ella del artista de Roldanillo, Omar Rayo.

El pintor fue condenado a 48 meses, de presidio, de los cuales pagó 36, el resto lo rebajó trabajando y con buena conducta, dice que conoció mucha gente que como él no debería estar allá, “es muy duro el golpe moral, la estigmatización y la separación de la familia” advierte.

“Yo creo que a todos los que nos gusta la pintura o cualquier arte, eso lo llena a uno. La verdad es que hace muchos años cuando yo empecé a encarretarme con la pintura mi esposa a veces me regañaba porque se me olvidaba hasta la comida, me metía en el cuento a tirar pintura, y me decía: ¿es que tu no vas a comer?. A veces en la noche yo me quedaba hasta la una o dos de la mañana pintando y cuando estaba en el centro carcelario era la forma de olvidarme de los problemas. Me ponía allá a pintar por lo menos desde las ocho de la mañana y dejaba los pinceles cuando ya nos iban a encerrar, a las seis de la tarde. En una palabra la pintura me volvió a la libertad” concluye, mirando el cielo azul de su San Juan inspirador, y volviendo a comenzar, ahora con alas nuevas, las alas de la libertad, porque aún está a tiempo de vivir nuevas experiencias, tomar aire y alzar un vuelo alto de nuevo.
El artista en su residencia, rodeado de su obra