Nuestros
planificadores siguen actuando con mentalidad estrecha, de pueblos pequeños sin
futuro y entonces la anarquía se apodera de las vías, sin Dios y sin ley.
Wilmar Jaramillo
Velásquez- Columnista
EL PREGONERO DEL DARIÉN
Conductores, peatones, ciclistas, tricicleros,
carretilleros, vendedores ambulantes y habitantes de la calle, se disputan a
diario las vías públicas de nuestra región, donde además la educación vial es
un chiste, se reducido a una grúa persiguiendo infractores para luego
esquilmarles los bolsillos, engordando de paso negocios ajenos, que se llevan
anualmente miles de millones de pesos de la zona; a unos simples guardas
haciendo comparendos en una esquina por torpezas, al fin al cabo la orden es
recaudar y recaudar.
La irresponsabilidad de ciclistas y motociclistas
en los semáforos y en las narices de las autoridades es aberrante, y uno se
pregunta ¿porqué en otras ciudades si impera la cultura ciudadana, la ley y la
autoridad si operan, ¿así estamos de atrasados nosotros?
Las vías las construyen sin pensar en los peatones,
en los discapacitados y seguimos hablando de ciudad, que estamos sobrados en
progreso y desarrollo, ¿cual progreso y cual desarrollo, sin en aspectos tan
elementales como la movilidad estamos en pañales?
En Apartadó por ejemplo, a los genios de la
planificación les dio por asegurar que para exigir plan de movilidad se
requería un centro comercial o una urbanización con un mínimo de 300
parqueaderos.
Por eso hoy tenemos el trancón frente al colegio
Unibán, donde converge la urbanización Uberaba y la solución es situar dos
policías en horas pico, para medio garantizar la movilidad y ese mismo problema
lo vamos a tener, pero mucho más agudo, tras la construcción de la Universidad de
Antioquia, y el centro comercial que se proyecta a un lado de esta.
A este ritmo nos va a tocar sacar los policías,
bien escasos por cierto, de las misiones de vigilancia seguridad, para situarlos
a controlar el tráfico en estos sitios neurálgicos que se están creando en
materia de movilidad vial.
Para rematar, esto es legal, cuando uno indaga del
porqué de la falta de estos planes de movilidad, entonces la respuesta está a
boca de jarro, “El POT no lo exige" y cuenta saldada.
Ojalá se le encienda el bombillo a uno de nuestros
escasos dirigentes que sobreviven con un poco de sentido común y comiencen a
trabajar en la norma, que le exija a todos los macro proyectos de la zona su
correspondiente plan de movilidad, si en realidad nos queremos asomar a un futuro,
más planificado, de mayor proyección y orden desde el aspecto vial, para no
tener que vivir mañana, las amargas experiencias de otras regiones donde ni
siquiera el pico y placa ha servido para mitigar el desorden y la congestión
automotor.
Urabá, Junio de 2013